A 10 años de la Carpa Negra
de los ex Ypefianos
Artículo de Opinión, escrito por Raúl Quiroga Aiello, es trabajador de YPF, publicado por el Diario El Sol de la ciudad de Mendoza, el 26 de julio de 2011. "Hace algo más de 10 años, en febrero del 2001, un puñado de ex trabajadores de la ex estatal YPF conformamos Surgir Nacional, con la cual pretendíamos encender la apagada llama que existía en Mendoza en defensa de los derechos que nos habían negado por tantos años. Entre algunas ideas, surgió la realización de una carpa negra que graficara la ultrajante realidad de los ex trabajadores que vimos violados todos nuestros derechos, con muchos actos y leyes creadas, con discursos que, tanto desde el arco de la Legislatura, como de los estrados de la Justicia, seguían marcando el mismo derrotero; hubo muchas leyes pero nada de Justicia." "...hicimos viajes a Buenos Aires con pasajes de favor, sin un peso y comiendo algún sándwich que nos daban en Fetera en Capital; algunas veces cenábamos en casa de la querida compañera Ana María Sacchi. La lucha lo valía, no teníamos vergüenza, teníamos fe en lo justo de nuestro reclamo y, por lo tanto, debíamos encontrar los mecanismos para hacer valer nuestros derechos”
Hace algo más de 10 años, en febrero del 2001, un puñado de ex trabajadores de la ex estatal YPF conformamos Surgir Nacional, con la cual pretendíamos encender la apagada llama que existía en Mendoza en defensa de los derechos que nos habían negado por tantos años. Entre algunas ideas, surgió la rea- lización de una carpa negra que graficara la ultrajante realidad de los ex trabajadores que vimos violados todos nuestros derechos, con muchos actos y leyes creadas, con discursos que, tanto desde el arco de la Legislatura, como de los estrados de la Justicia, seguían marcando el mismo derrotero; hubo muchas leyes pero nada de Justicia.
Por todo ello se decidió armarla frente a la Legislatura, para hacer conocer a toda la población de Mendoza y el país el atropello que se había realizado con los ex trabajadores de YPF. Se ins- taló a la vista de todos, como símbolo de una protesta que en Mendoza empezaba a manifestarse, sin que ningún organismo de Gobierno saliera a defender semejante robo, al que habíamos sido sometidos.
Era realmente emocionante ver la cantidad de gente que apoyaba la causa una vez que explicábamos el porqué de nuestra protesta. Iban chicos con sus profesores de la universidad y, en charlas públicas sobre calle Patricias Men- docinas, nos preguntaban a aquellos que habíamos sido víctimas de semejante atropello sobre las causas que llevaban a los políticos a tomar tan malas decisiones. Las respuestas eran siempre las mismas: corrupción y ambición.
Fue un paso importante salir de las redes que habían tejido a nuestro alre- dedor grupos de abogados como Letto, Echeverri, Ducro, Dibo, quienes lucraron con nuestra necesidades y, sin lugar a dudas, hicieron un negocio brillante con nosotros, ayudados por nuestros pares, compañeros que creían que ese era el paso a seguir. El tiempo demostró que lo único real que perseguían era un proyecto económico personal, sin importarles nuestras necesidades.
Por eso, la carpa negra en Mendoza creó un antecedente importante por compañeros como Domingo Moyano, Néstor Córdoba, Víctor Maza, Víctor Quilca, Claudio Céspedes, Oscar Olmos, Caspa Castillo, Ollita Ulloa, Mario Molina, Jorge Quintero, un amigo que físicamente no está, pero que sigue en nuestros corazones, como el Caballito Rugieri, el Loco Baro, El Koleston, Coco Fer- nández, Antonio Maza, Raúl González, Sergio Larraya, Rubén Torres y la colaboración desinteresada de Gustavito Caro, siempre presto a dar una mano a quien más la necesitaba.
Ese era el espíritu que nos envolvía a todos con una sola meta: intentar hacer valer nuestros derechos adquiridos.
Creíamos firmemente que se nece- sitaba que la sociedad supiera lo que había pasado con la empresa, en primer lugar, y cómo todo el pueblo argentino había sido estafado. Y, luego, hacerles ver que nuestros reclamos eran justos y valederos, con un sustento que era innegable, donde repetíamos una y otra vez que en Argentina los encargados de administrar justicia sabían mucho de la aplicación de leyes, pero muy poco de ponerlas en práctica.
Buscamos distintas formas de pro- testa, entre ellas, 23 cortes a la Planta de Almacenaje, pero nuestra lucha fue entendida por pocos, quizás porque no supimos transmitir el mensaje con la claridad necesaria.
Hubo compañeros como los del SUTE, que sin ningún tipo de interés nos prestaron una enseña patria de 70 metros de largo, con la que no hacía- mos solamente cortes, sino que también manifestábamos haciendo escuchar nuestros reclamos; hicimos viajes a Buenos Aires con pasajes de favor, sin un peso y comiendo algún sándwich que nos daban en Fetera en Capital; algunas veces cenábamos en casa de la querida compañera Ana María Sacchi. La lucha lo valía, no teníamos vergüenza, teníamos fe en lo justo de nuestro reclamo y, por lo tanto, debíamos encontrar los mecanismos para hacer valer nuestros derechos.
También, con compañeros de otras provincias, quisimos unificar el recla- mo y, con ellos, entre tantos intentos, pedimos una audiencia con el jefe de Gabinete de ese momento, Chrystian Colombo, quien nos concedió una audiencia. Concurrimos con repre- sentantes de todas las zonas petroleras y fuimos recibidos sólo por asesores. Fue indignante.
Acompañamos a los compañeros de La Plata, en aquel entonces encabezados por el compañero Ibelli, a una asamblea que se realizó en Berisso. Todos esperaban buenas noticias y lle- gamos con las manos vacías. Pese a la tristeza del momento, no se mintió, se contó la verdad de lo acontecido. Hubo caras largas y lágrimas en muchos compañeros que veían esfumarse, otra vez, la esperanza de una solución.
Siete meses estuvimos con nues- tro reclamos en la carpa negra, fren- te a la Legislatura. Luego nos insta- lamos para seguir con la lucha en la esquinas de calles Córdoba y San Martín. Después se fueron haciendo nuevos grupos, pero todos disper- sos, todos querían su propia carpa y su propio proyecto. Así aparecieron los José Tonon, los Marcelo Bustos y la agrupación, quienes tenían un paliativo para los ex trabajadores, de la mano del ya, a esa altura, famoso doctor Leto: 9.000 dólares de un inversor que no existía. Y no nos olvidamos de Hernán Gutiérrez y sus pedidos de colaboración para poder acceder a algún cobro, pero ya no únicamente de los ex YPF, sino también los ex Giol, ex Banco Nación, cualquiera que pudiera poner unos pesos que ayudaran a la causa. No sólo engañó, sino que, por sus hechos, tuvo que ir a la Justicia.
Hoy llegamos a los compañeros que lidera Oscar Landeiro, quien cree que es el único que ha realizado algo por intentar cobrar lo que nos deben. Con su impronta personalista no ha hecho hasta el momento ningún acto de reflexión comunitaria, solamente quiere ser el dueño de la realidad de los ex trabajadores de YPF.
Los ex teníamos que cobrar 700.000 pesos como mínimo. Hoy, Landeiro habla de algo menos, pero aquellos que tienen la responsabilidad de firmar o hacer realidad en nuestros bolsillos la cifra que nos deben no nos han dado respuestas; por lo tanto, debemos entender que en algo nos estamos equivocando.
Se habla de una ley que están manejando a su antojo en el Congreso, y en nuestra desunión corremos el riesgo de que, si se aprueba, salga un mamarra- cho en bonos que la mayoría, por su necesidad, va a salir a vender a los buitres que siempre nos sobrevuelan, como ocurrió con la ley 25.471, que aun hoy 6.800 compañeros no han podido hacer efectiva.
Hablan en Mendoza de 23 paros... los corrijo: en Mendoza por este tema llevamos más de 73 paros y los resultados hasta hoy han sido negativos. Y la respuesta no la tiene Landeiro o algún gran iluminado, la respuesta la tene- mos todos, porque todos sabemos, desde nuestra época de empleados, que siempre ha habido y hay interesados en que esta desunión, que aún persiste hasta nuestros días, siga tal cual.
El tiempo y la vida nos están pasando por encima, la respuesta la tenemos que dar hoy, pues si todos pusiéramos 3 días de nuestras vidas al mismo tiempo y en el mismo lugar, esto ya estaría en vías de solución, sin caer en el negocio de nadie, sólo en la necesidad de que se haga justicia para todos los ex trabajadores de YPF.
Siempre existe un comienzo, quiera Dios que entendamos que entre todos podemos darle a este calvario un final feliz, que sólo será posible con el compromiso y la participación de cada uno de nosotros. Porque juntos somos imbatibles. Debemos crear el orgulloso equipo de aquellos que tuvimos el privilegio y honor de formar parte de la mejor empresa estatal que existió en Latinoamérica: Yacimientos Petrolífe- ros Fiscales.
* Ex trabajador de YPF.